Creemos que la Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados, que por contenido tiene la verdad sin ninguna mezcla de error, y por lo tanto, es y será hasta la consumación de los siglos la única revelación completa y final de la voluntad de Dios para el hombre, el centro verdadero de la unión cristiana y norma suprema a la cual sujetar todo juicio que se forme de la conducta, las creencias y las opiniones humanas.

Por la “Santa Biblia” queremos decir la colección de los sesenta y seis libros desde Génesis hasta Apocalipsis que, como fue escrita originalmente, no solamente contiene y trasmite la Palabra de Dios, sino que es la misma Palabra de Dios.

Por “inspiración” queremos decir que los libros de la Biblia fueron escritos por hombres santos de Dios, siendo movidos por el Espíritu Santo de una manera tan definida que sus escritores fueron inspirados sobrenatural y verbalmente, y libres de error, como ningunos otros escritos han sido o serán inspirados.

Creemos que en la unidad de la Divinidad existen tres personas que son: El Padre, El Hijo, y El Espíritu Santo, estos son iguales en toda perfección divina y desempeñan oficios distintos, aunque armonizan en la gran obra de la redención. El verdadero Dios es tres en uno y uno en tres.

Creemos que existe uno y solamente un Dios viviente y Verdadero, y solamente este, el Espíritu infinito e inteligente, Hacedor y Árbitro supremo del cielo y de la tierra; indeciblemente glorioso en santidad y merecedor de toda honra, confianza y amor posibles.

Creemos que el Espíritu Santo es una persona Divina, igual con Dios el Padre y el Hijo y de la misma naturaleza. Tomó parte activa en la creación. Creemos que, en relación con el mundo entero, Él detiene al inicuo hasta que el propósito de Dios se cumpla. Convence de pecado, de justicia y de juicio; es el Autor e intérprete de las Escrituras.

Creemos que testifica de la verdad del Evangelio en la predicación y testimonio; Él es el agente en el nuevo nacimiento, que sella, unge, guía, enseña, testifica, santifica y ayuda al creyente.

Creemos en el relato de la creación según Génesis, y que se ha de aceptar literalmente, y no alegórica o figuradamente, que el hombre fue creado directamente a imagen y semejanza de Dios, que la creación del hombre no fue por evolución o cambio evolutivo de especies, ni por el desarrollo de períodos interminables de tiempo de altas o bajas formas, que toda la vida animal y vegetal fue hecha directamente por Dios y la ley establecida por Dios fue que se produjeran según su género.

Creemos que la vida inicia desde el momento mismo de la concepción, es decir, con la unión del espermatozoide del padre y el óvulo de la madre; el cigoto (célula surgida de esta unión que combina los cromosomas de estos) es un nuevo ser el cual sigue un proceso de desarrollo continuo e interdependiente de un individuo genéticamente nuevo.

Desde ese instante el nuevo ser ya es una unidad en cuerpo y alma, única e irrepetible, y tiene toda la información genética necesaria para seguir desarrollándose hasta llegar a ser una persona adulta.

Creemos que el Diablo era antes santo y que gozaba de privilegios celestiales, pero por su orgullo y ambición de ser como el Altísimo, cayó y arrastró con él a una gran multitud de ángeles, y que es ahora el maligno; príncipe de la potestad del aire y el impío dios de este mundo.

Creemos que él es el gran tentador de la humanidad, el enemigo de Dios, el acusador de los santos, el señor del anticristo y el autor de todos los poderes de las tinieblas.

No obstante, creemos que está destinado a ser vencido en las manos del Hijo de Dios y reservado a un justo y eterno juicio en el infierno, un lugar creado para él y sus ángeles.

Creemos que el hombre fue creado en inocencia, sujeto a la ley de su Hacedor, pero que por la trasgresión voluntaria cayó de aquel estado santo y feliz; por cuya causa todo género humano es ahora pecador, no por fuerza, sino por voluntad, y por lo mismo bajo justa condenación, sin defensa ni excusa que le valga.

Creemos que Jesucristo fue engendrado por el Espíritu Santo de una manera milagrosa, nacido de María la virgen, como ningún otro hombre ha nacido o podrá nacer de mujer, y que Él es justamente el Hijo de Dios y Dios el Hijo.

Creemos que la salvación de los pecadores es puramente gratuita en virtud de la obra intersesora del Hijo de Dios, quien cumpliendo la voluntad del Padre se hizo hombre, empero exento del pecado, honró la ley divina con su obediencia personal, y con su muerte dio completa expiación vicaria por nuestros pecados.

Creemos que su expiación consiste, no en poner un ejemplo con su muerte como mártir sino que fue una substitución voluntaria de Él mismo en lugar del pecador, el justo muriendo por los injustos, Cristo el Señor llevando nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero; que habiendo resucitado de entre los muertos sentándose en el trono en los cielos y que reúne en su persona admirable las simpatías mas tiernas y las perfecciones divinas, teniendo así por todos los motivos las cualidades que requiere un Salvador idóneo, compasivo y omnipotente.

Creemos que, para ser salvos, los pecadores deben nacer otra vez, en el nuevo nacimiento que es una nueva creación en Cristo Jesús. Que este nacimiento es instantáneo y no es un proceso, que en el nuevo nacimiento, aquel muerto en delitos y pecados es hecho participante de la naturaleza divina y recibe la vida eterna el don gratuito de Dios.

Que la nueva creación es efectuada en nosotros en una manera por encima de nuestra comprensión, no es por cultura, ni por el carácter ni por la voluntad de hombre, sino solamente por el poder del Espíritu Santo en conexión con la divina verdad y que la evidencia propia aparece en los santos frutos de arrepentimiento, fe y novedad de vida.

Creemos que la salvación de los pecadores es puramente gratuita en virtud de la obra intersesora del Hijo de Dios, quien cumpliendo la voluntad del Padre se hizo hombre, empero exento del pecado, honró la ley divina con su obediencia personal, y con su muerte dio completa expiación vicaria por nuestros pecados.

Creemos que su expiación consiste, no en poner un ejemplo con su muerte como mártir sino que fue una substitución voluntaria de Él mismo en lugar del pecador, el justo muriendo por los injustos, Cristo el Señor llevando nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero; que habiendo resucitado de entre los muertos sentándose en el trono en los cielos y que reúne en su persona admirable las simpatías mas tiernas y las perfecciones divinas, teniendo así por todos los motivos las cualidades que requiere un Salvador idóneo, compasivo y omnipotente.

Creemos que el creyente en Jesucristo es poseedor de una salvación que es eterna. El único tipo de salvación mencionado en las Escrituras es la salvación eterna, ya que es eterna es también la redención que Cristo operó en la cruz por su sacerdocio y nos otorga cuando creemos. Eterna es también la vida espiritual que el creyente recibe por el nuevo nacimiento cuando cree.

Justificación es el estado de la persona que ha sido declarado justa o recta ante Dios, cuya convicción es la fe en Jesucristo como Salvador y cuyo resultado es la paz para el creyente.

Creemos que Jesucristo da justa justificación exclusivamente mediante la fe en Él, no por consideración de ninguna obra de justicia que hagamos; imputándonos Dios gratuitamente por esta fe, la justicia perfecta de Cristo; que nos introduce en un estado altamente bienaventurado de paz y favor con Dios.

Creemos que son deberes sagrados el arrepentimiento y la fe y asi mismo que son gracias inseparables labradas en el alma por el Espíritu Santo, Regenerador divino, mediante los cuales profundamente convencidos de nuestra culpa, de nuestro peligro y de nuestra impotencia, como también de lo referente al camino de la salvación mediante Cristo, nos volvemos a Dios sinceramente, reconociendo a la vez al Señor Jesucristo como profeta, sacerdote y rey nuestro en quien exclusivamente confiamos en calidad de Salvador único y omnipotente.

Creemos que la santificación es el procedimiento mediante el cual se nos hace partícipes de la santidad de Dios a según la voluntad de este, que es obra progresiva, que principia con la regeneración, que la desarrolla el corazón fiel, en la presencia y el poder del santo Espíritu, sellador y consolador.

Creemos que para este fin se emplean continuamente los medios señalados, sobre todo, la Palabra de Dios, y también el examen propio la abnegación la vigilancia y la oración, practicando todo ejercicio y cumpliendo todo deber piadoso.

Creemos que la Iglesia Bautista es una congregación local y visible de creyentes bautizados y asociados por un acto de fe y compañerismo en el evangelio, observando las enseñanzas de Cristo.

Es una congregación gobernada por sus leyes y ejerciendo sus dones, derechos y privilegios investidos en ellos por la Palabra de Dios.

Creemos que la iglesia fue establecida por nuestro Señor Jesucristo durante su ministerio personal aquí en la tierra, que es un organismo local y visible con un propósito o misión.

Creemos que sus oficiales son misioneros y pastores cuyas calificaciones, derechos y deberes son descritos en las Escrituras.

Creemos que la verdadera comisión de la iglesia se encuentra en la Gran Comisión: Primero, hacer discípulos individuales. Segundo, bautizarlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Tercero, enseñar e instruir como Él lo ha mandado.

Creemos que la iglesia local tiene derecho absoluto de gobierno por sí misma, libre de toda intervención jerárquica de individuales o de congregaciones, y que el único y solo superintendente es Cristo, y que es bíblico que iglesias verdaderas cooperen las unas con las otras contendiendo por la fe y la propagación del evangelio, y el apoyo y cooperación mutua.

Creemos que cada iglesia es su única y propia medida y método de dicha cooperación y qu4e en asuntos de membresía, orden, gobierno, disciplina y benevolencia, la iglesia local es determinante.

Creemos que el bautismo bíblico es la inmersión en agua del que tenga fe en Cristo, hecha en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, con la autoridad de la iglesia local.

Creemos que dicho bautismo tiene el propósito de proclamar, mediante solemne y bello emblema, esta fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, y también, el efecto de la misma fe, a saber, la muerte al pecado y la resurrección a nueva vida del creyente.

Creemos que el bautismo es requisito previo para ser miembro de una Iglesia Bíblica Bautista local y gozar de sus privilegios.

Creemos que la autoridad para bautizar la tienen solo aquellas iglesias que mantienen la misma fe de la iglesia que el Señor Jesucristo edificó a saber la iglesia Bautista.

Creemos que el matrimonio es una institución creada por Dios, y debe realizarse de forma monógama entre un hombre y una mujer, respetando las leyes civiles establecidas para la celebración e inscripción del mismo, representando la única forma de unión aceptada bíblicamente.

Creemos que la Cena del Señor es cierta provisión de pan y vino que representan el cuerpo y la sangre de Cristo; y que de ella participan los miembros de la iglesia reunidos para tal efecto, conmemorando así la muerte de su Señor y proclamando la fe que le tienen, su participación en los merecimientos de su sacrificio, su necesidad de que se les suministre vida y nutrimiento espiritual, esperanza de la vida eterna en virtud de la resurrección de Cristo de entre los muertos, y que debe preceder a su observación el examen detenido de sí mismo por parte de cada participante.

Creemos como bautistas fundamentales que el pan debe ser sin levadura y el vino sin fermento, ya que tipifican el cuerpo y la sangre de Jesús. Además, creemos que la cena del Señor debe celebrarse en forma cerrada, únicamente miembros de la iglesia.

Creemos que la única manera bíblica de sostener la obra de Dios es por los diezmos y las ofrendas de fe y las ofrendas voluntarias, que el cristiano debe ofrendar “según haya prosperado”, con alegría, amor, sacrificio. Que debe dar sus ofrendas a la iglesia para el mantenimiento del evangelio a todas las naciones.

Creemos que hay una diferencia radical y esencial entre los justos y los impíos; que en la estimación de Dios no hay otros justos verdaderos aparte de los regenerados, éstos han sido justificados mediante la fe en Jesucristo y santificados por el Espíritu Santo.

Creemos que, a los ojos de Dios, son impíos y malditos todos aquellos que siguen impertinentes e incrédulos y que es permanente esta diferencia entre unos y otros al morir y aun después de la muerte.

Creemos que los salvos se gozarán en el cielo con grande felicidad y que los incrédulos estarán en sufrimiento consciente y eterno en infierno de fuego.

Creemos que la única esperanza de salvación es Cristo; que la comisión de evangelizar a toda criatura fue dada a la iglesia, que esta comisión incluye “el hacer discípulos”, “bautizarles” y “enseñarles” todas las cosas que Él mandó según los evangelios.

Creemos que la obra misionera es un esfuerzo colectivo de compañerismo donde las iglesias y sus miembros trabajando juntos, tienen la responsabilidad de orar, sostener económicamente, e ir testificando para sembrar el evangelio en las casas, pueblos y hasta lo último de la tierra.

Creemos en la segunda venida de Cristo premilenaria que es inminente y será visible, personal y corporal. Además, sostenemos que ésta se divide en dos partes.

Creemos que Cristo aparecerá primeramente en las nubes y que los muertos en Cristo resucitarán primero, los creyentes vivos serán transformados y todos ellos serán llevados para estar con Él en el tribunal de Cristo y las bodas del Cordero.

Creemos que entonces habrá gran tribulación en la tierra, con grande tribulación para el pueblo de Israel. Existirá una iglesia grande, mundial, falsa y se levantará el Anticristo quién establecerá su reino mundial y se hará pasar por Dios.

Luego, en segundo lugar, creemos que después Cristo vendrá con gran gloria y poder, y con sus santos destruirá a sus enemigos, y arrojará a Satanás al abismo; el pueblo de Israel será convertido y Cristo establecerá su reino milenario.

Creemos que después del milenio los cielos y la tierra serán quemados. Que en el gran trono blanco Cristo juzgará a los incrédulos quienes serán echados en el lago de fuego eterno.

Creemos que entonces Cristo entregará el reino a su padre, cuando haya suprimido todo dominio, potestad y potencia. La nueva ciudad de Jerusalén descenderá a la nueva tierra donde Dios pondrá su trono, viviendo para siempre con sus redimidos.

Creemos que existe el gobierno civil por disposición divina para los intereses y el buen orden de la sociedad humana; y que debemos orar por los gobernantes, honrándolos a conciencia.

Creemos que se debe obedecer al gobierno en todo, salvo en cosas que sean opuestas a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, único dueño de la conciencia y príncipe de los reyes de la tierra.

Creemos que el cristiano está en el mundo, aunque no es del mundo, y debe existir en una separación total de éste, queriendo decir con separación no participar de los deleites mundanos y sus prácticas que atentan y manchan la santidad de Dios, los principios bíblicos, ponen en peligro el testimonio para el desarrollo correcto de la iglesia.

Creemos que nuestra responsabilidad para con la sociedad humana es espiritual, ya que somos “sal” y “luz” del mundo.

Como bautistas fundamentales creemos que no debemos participar en lo que conocemos hoy en día como movimiento ecuménico o movimiento interdenominacional o ecuménico ya que violaríamos muchos principios espirituales; no podemos unir fuerzas con incrédulos, además que el unirnos con otros grupos estaríamos sacrificando algo que para nosotros es de suma importancia.